La
definición que he ido proponiendo del Circo Social, “Es el traslado de las
técnicas de Circo, desde las carpas multicolor a espacios comunitarios, para
ser utilizada como una herramienta que promueve y potencia el desarrollo de
habilidades físicas, artísticas y sociales, en niños, niñas, jóvenes, su
familia y la comunidad”, ampliándolo a la utilización como un medio de
transformación social, desarrollando habilidades para la vida.
Siempre
desde una visión de que el Circo, cambia la vida de quien tiene la oportunidad
de aprender, como también de aquel que tiene la posibilidad de enseñar; sin
embargo en este largo viaje que he ido trazando con el Circo Social, me he ido
encontrando con nuevas sonrisas, nuevos rostros, que me han ido sorprendiendo y
guiando mi forma de entender el poder que tiene el Circo Social.
Es
así que pude ser parte de una experiencia, que me permitió reconocer la
fortaleza que tiene el circo, como una herramienta integradora, creativa, donde
todos y todas podemos ser parte, levantando una experiencia con otro colega
psico-circense, con niños, niñas y adolescentes con necesidades educativas
especiales.
Desde
que llegue al Circo Social, siempre he creído que todos y todas pueden hacer
Circo, que al fortalecer el YO PUEDO, puedo cambiar mi realidad, aprendiendo a
hacer malabares con 3 pelotas, a hacer una figura en el trapecio o a hacer reír
con los juegos del payaso; sin embargo esta experiencia fue mucho mas que eso, ya que además de
aprender a sonreír, me volví a sorprender de las infinitas posibilidades que
puede ofrecer el Circo Social.
Debo
reconocer, que esta experiencia, realizada en el Colegio Paul Harris, se
transformo en un desafío, que me hizo volver a replantear muchas de las
dinámicas, juegos y planificaciones que he ido utilizando en las formas de
enseñar y aprender el Circo, y fue así que comencé a hacer, probar, aprender,
reflexionar y sorprenderme, de cómo iban aprendiendo a hacer malabares, a encontrar
su payaso interior (aunque creo que eran unos payasos del alma) y a comenzar a
realizar ejercicios en la tela.
Con
una energía única, que nos planteaba la necesidad de cambiar de actividad cada
15 minutos, pero también de repetir la metodología, para encontrar una cierta
estructura, que los pudiera guiar, hacia el objetivo final, de desarrollar la
creatividad a través del aprendizaje de las técnicas circenses.
Cada
sesión, era una aventura nueva, de probar, de sorprender, de desafiar a cada
participante, para que buscara en sí mismo sus habilidades, sus motivaciones,
su personaje. Ese sentido de grupalidad, que se plantea al momento de hacer
circo social, aparecía en todo momento, soy del Circo Paul Harris, era un
constante en el discurso de cada uno de los participantes.
La
tolerancia a la frustración y la capacidad de sorprenderse con cada avance, fue
volver a la esencia, a re-aprender el Circo, y su forma de enseñar, volví al
primer momento, cuando lanzar una pelota y agarrarla era un logro que había que
mostrar al otr@, cuando una caminata de clown, era un descubrimiento, cuando un
nudo en la tela era una avance.
Así
me propuse, volver a aprender, para encontrar una metodología, que yo pensé que
seria nueva, y en verdad me sorprendí, ya que no tuve que reinventar, sino que
solo adaptar la metodología para hacerla acorde a esta nueva realidad.
Mentiría
sino dijera que tuve miedo, que me llene de preguntas, pero creo que fue ese
miedo que genero la creatividad, para construir un nuevo espacio para el
aprendizaje de las técnicas del Circo. Realice el mismo proceso, 5 etapas,
genere vínculos, aprendí y enseñe las técnicas, me emocione, crecí y me di
cuenta que el Circo Social, transforma y nos transforma, como Formador, Artista
y Persona…
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